José Mª Díez-Alegría, Teología en broma y en serio

Una conferencia de Ignacio Molina Muñoz, miembro de la Compañía de Jesús y amigo del padre Alegría.
Martes 27 de mayo, 2014.
Espacio Ronda Madrid.

Nuestro taller rinde homenaje en esta ocasión a un gran hombre de fe de la historia reciente y contamos para ello con el testimonio del padre Ignacio Molina Muñoz que aunque no se prodiga en conferencias o charlas –según nos cuenta- ha aceptado la invitación de hablar en este día “de manera espontánea y excepcional como homenaje al viejo profesor, hermano y amigo, José Mª Díez-Alegría”.

José María Díez-Alegría (Gijón 1911- Madrid 2010) “Fue jesuita impenitente, obligado por los inquisidores del Vaticano a dejar la orden de Ignacio de Loyola por no aceptar silencios, componendas ni censuras. Pese a todo, nunca dejó de vivir en (y con) la Compañía de Jesús. “Soy un jesuita sin papeles”, solía ironizar…. Alegría (al teólogo Díez-Alegría todos le llamaban Alegría) era un reputado profesor en la imponente Universidad Gregoriana de Roma cuando en la Navidad de 1972 publicó sin la censura previa obligada el libro ‘Yo creo en la esperanza’, que en apenas semanas dio la vuelta al mundo. Exclaustrado de la Compañía de Jesús para evitar males mayores con el Vaticano, regresó un año después a Madrid y se fue a vivir a una chabola del Pozo del Tío Raimundo, la barriada en la que otro jesuita, el famoso padre Llanos, ex capellán de Falange y ex amigo del dictador Francisco Franco, llevaba practicando una radical teología de la liberación desde 1955. Alegría, cuyo sentido del humor y paciencia evangélica no tenían límites, se hizo imprimir allí esta tarjeta de visitas: “José María Díez-Alegría. Doctor en Filosofía. Doctor en Derecho. Licenciado en Teología. Ex profesor de Ciencias Sociales en la Universidad Gregoriana. Jubilado por méritos de guerra incruenta. Calle Martos, 15. Pozo del Tío Raimundo”. Extraído del artículo de Juan G Bedoya, El País, 25 de junio de 2010.

Ignacio Molina Muñoz (Sevilla, 1935). Jesuita desde 1951. Reside en Granada desde 1962, a donde llegó para los estudios y ordenación en la Facultad de Teología de Granada. Esto le permite el trato con gitanos, niños y mayores, en las cuevas del Sacromonte. En mayo del 68, acompaña como consiliario a grupos de comunidades universitarias y en el barrio del Zaidín, a un grupo de estudiantes jesuitas pertenecientes a la Misión Obrera. Por temporadas, se acerca al trabajo rural de la costa del Poniente almeriense. En la década de los 70 su actividad principal ha sido la educación básica de adultos, como coordinador de enseñanzas radiofónicas y presenciales, facilitando la atención a jóvenes de zonas lejanas de la capital, incluida la emblemática Alpujarra granadina y la malagueña Serranía de Ronda.

En los 80 trabaja en el primer Equipo Directivo del Programa de Alfabetización de Adultos de la Junta de Andalucía, en Sevilla (1982-83). Los 5 años posteriores su tarea es en la Axarquía malagueña, participando en un Proyecto de integración de niños payos con gitanos. En 1988, vuelve a Granada, en comisión de servicios como colaborador de una inédita Escuela de Adultos, protagonizada por monitores docentes gitanos, para su alfabetización y preparación de la teórica del carné de conducir. Se jubila en verano del 2000, sin dejar el contacto con la Escuela. Su ubicación más continua sigue siendo Almanjáyar, barrio marginal, en las mismas viviendas habitadas por el numeroso colectivo gitano. A partir de 1980 han sido frecuentes sus viajes a Centro y Sudamérica, conectando y colaborando con experiencias similares. Tras su jubilación pudo terminar unas guías didácticas audiovisuales para el aprendizaje de caló, lenguaje gitano, fruto de un trabajo común.

El trato con Díez-Alegría data de la época de sus estudios de filosofía en Alcalá de Henares, 1956-59, asistiendo a sus clases fundamentales de Ética. En ese tiempo pudo aprovechar para desplazarse al primitivo y aislado Pozo del Tío Raimundo, donde residía el P. Llanos, ayudando en la catequesis de las escuelas de niños. Por allí aparecía también el P. Díez-Alegría, donde años después estuvo residiendo. Desde mediados de los 80, en las venidas a Madrid, se alojaba en la abierta residencia jesuítica de la calle Cadarso, donde vivía Díez-Alegría con quien estrechó más su amistad. Más tarde acostumbraba a visitarlo en la enfermería jesuita de Alcalá de Henares, en el mismo lugar donde se habían conocido hacía más de 50 años. El humor era siempre denominador común en el trato, y punto exacto de sintonía.